Sé que hay mucha más gente que lee las news que escribe,
ánimo a toda esa gente que solo lee, a que salude simplemente al grupo y que
sepamos que están ahí
o que han pasado por aquí. No cuesta nada decir "Hola os leo y quiero
dejarlo, o lo deje hace un mes..." lo que sea
A Consultor le digo, que al menos yo le leo y me parecen acertadas muchas de
sus exposiciones.
En otro mensaje te pedí que me dijeras el título del libro sobre el tema del
tabaco que dices haber escrito, si lo tienes publicado...
Como hay pocos mensajes, me permito copiar y pegar aquí este ladrillo que
encontre por ahí.
Me gustó porque me parece original, cuestiona lo típico que hacemos todos
para dejar de fumar, y que por regla general, no funciona...
Pues si no funciona lo que hacemos siempre, habrá que hacer otra cosa...
Yo por mi parte, llevo lo que va de mes sin fumar, pero tengo una gran
necesidad de reafirmarme, para conseguir que realmente esta vez el tabaco
deje de interesarme para siempre
Saludos a ***@s
Cómo dejé de fumar
Antes de que alguien espere de mis palabras algún tipo de mensaje alentador
sobre lo sencillo que es dejar de fumar, que "si lo intentas, es muy fácil"
o que basta con decir "ahora", les aseguro que muchos han sido los intentos
que he llevado a cabo para dejar de fumar. De ellos, sólo el
último -obviamente- me ha servido. Y precisamente porque estoy cansado de
todos los mensajes tan positivos al respecto es por lo que he escrito este
artículo: para que todos vean la perspectiva de un fumador y no sólo de los
médicos que aconsejan abandonar el hábito.
Quiero por tanto compartir en este artículo cuál fue mi estrategia para
dejar de fumar. Y digo que fue mi estrategia -aunque lo digo humildemente-
porque fue tras estudiar la forma de actuar humana cuando llegué a una serie
de conclusiones a partir de las cuales elaboré el método que me ayudó a ser
independiente del tabaco. Al menos a mí me sirvió y, a pesar de ello, este
artículo no pretende ser el método infalible para dejar de fumar -si eso
fuese así se llamaría "Cómo dejar de fumar"-. Simplemente deseo explicar
como conseguí no fumar y cuáles fueron las premisas de las que partí para
dejarlo.
Así que a todo aquel fumador que esté leyendo esto, creyendo quizás que por
ello va a dejarlo de la noche a la mañana, debo decirle que no se equivoque.
Es cierto que mi método ha resultado un éxito en un 100% de las personas que
lo han seguido, pero no es menos cierto que en realidad sólo lo he seguido
yo. Por ello, no tiene por que funcionar en otras personas; es más, estoy
casi seguro que no funcionará y, no obstante, tal vez sea un apoyo para
aquéllos que intentan renunciar a su dependencia en el sentido de que sepan
que puede conseguirse, que no es imposible. Y a lo mejor hasta merece la
pena.
Teniendo en cuenta de que a mis veintiséis años llevaba trece fumando y que
desde los nueve hacia atrás recuerdo bastantes pocas cosas, casi puedo
asegurar que la mayoría de los momentos de mi vida lo he pasado con un
cigarro en la mano: cuando copié en mi primer examen, la primera vez que me
emborraché y... bueno... la primera vez que fumé. Y debo reconocer que en
todo este tiempo lo hemos pasado genial, mis cigarros y yo. Sin embargo, uno
crece y empieza a darse cuenta de lo que le conviene a él y a quienes de
verdad se quiere, y así llegué a la conclusión de que ya iba siendo hora de
que cada uno siguiese su camino por separado.
Como he dicho, los inicios distaron mucho de ser fáciles. Al igual que ha
hecho la gran mayoría de fumadores del mundo, intenté dejarlo de varias y
variadas formas y, al igual que les ha ocurrido a la gran mayoría de
fumadores del mundo, la dependencia del hábito y los productos utilizados
por las compañías tabaqueras acabaron varias veces con mi empeño -cosa que
utilizaba de excusa, por otra parte, para abandonarme nuevamente a la
tentación-.
Los métodos fallidos y la madre que los parió
A continuación describo algunos de los métodos fallidos que seguro que a más
de uno le sonarán.
- El cigarro falso: En las farmacias venden una especie de palito parecido a
un cigarro, que es de plástico y sabe a menta -al menos el mío sabía a
menta-. La idea es que, cuando tienes ganas de fumarte un cigarro, te metes
el invento en la boca, con lo que se supone que te quita o reduce las ganas
de fumar. Pues bien, lo único que conseguí con este método es que el
farmacéutico se riera de mí cuando le aseguré por el alma de mi madre que
iba a dejar de fumar gracias al artilugio. Y lo que es peor: soportar las
carcajadas de mi grupo de amigos cada vez que sacaba el cigarro de plástico
y empezaba a chupar por esa horrorosa boquilla que tiene. Después de aquel
ridículo, lo único que se me ocurrió hacer fue fumarme un cigarro de verdad
para poder olvidarme de todo aquello, con lo que se convirtió a corto plazo
en un método fallido.
- Cortar por lo sano: Para mí, el peor de todos. Se origina la noche en que
te estás fumando un cigarro, lo miras atentamente y dices: "Valiente mierda
me estoy metiendo en el cuerpo" -gran verdad, a pesar de todo-. Entonces lo
tiras y juras por lo más sagrado que nunca más volverás a meterte una cosa
de ésas en la boca. Sin embargo, la mayoría de las veces lo primero que
haces a la mañana siguiente es fumarte uno. Es el método más intentado, pero
estoy convencido de que a nadie le ha dado resultado nunca -aunque dicen por
ahí que si te lo propones con antelación y estableces un día en el
calendario para dejarlo, funciona-. Método fallido.
- Chicles de nicotina: Los que hayan probado alguna vez un chicle de éstos
saben que son tan asquerosos que lo mejor que se puede hacer después es
fumar un cigarro para quitarte el mal sabor. Método fallido.
- Caramelos mentolados vs. cigarro: ¿Y quién no ha intentado cambiar el
cigarro por el hábito de chupar caramelos mentolados, como los famosos
Pictolín, auténticos abanderados en la lucha contra la nicotina? Al
principio funciona, pero luego uno se adiciona a tanto caramelo y la única
forma de quitarte el mono es volviendo a fumar, o la garganta acaba
resintiéndose por tanto frescor. Una vez más, método fallido.
No obstante a que no me han servido, animo a los que deseen dejar el vicio
del tabaco que lo intenten. Puede que no sirvan, pero te diviertes y tienes
algo que contar.
El entorno y la madre que lo parió
Es muy importante para el futuro ex fumador estudiar el entorno humano,
social -e incluso animal- por el que se maneja. De esa forma podrá elaborar
con conocimiento de causa el sistema más infalible posible.
En el momento en el que decides dejarlo, como por arte de magia el mundo se
divide en tres:
- Los no fumadores: Lo forman las personas de tu entorno que en el momento
actual no fuman, probablemente jamás lo harán, generalmente están más sanos
y tosen menos que tú y que, por tanto, su forma de actuar ante tu decisión
es de completo y total apoyo en todo momento. Sus palabras de aliento se
repiten una y otra vez. Y una y otra vez. Y una y otra vez. Y una y otra
vez. Y una y otra vez. Y, si bien ellos creen de buena fe que te están
ayudando, lo único que hacen es evocarte a cada instante el recuerdo de que
hay un cigarro que te espera para poder quitártelos de encima.
- Los fumadores: Se integran en este segundo grupo las personas de tu
entorno que en el momento que decides dejar de fumar, ellos siguen fumando
como han hecho siempre. Se caracterizan porque, en cada paso que das, en
cada cosa que descubres, en cada decisión que tomas y en cada sacrificio que
haces, siempre, no importa dónde ni cuándo, tendrás a uno de ellos frente a
ti para echarte el humo en la cara. Si sacan un cigarro delante de ti, no
dudes que te ofrecerán uno; si estás hablando con varios amigos y uno de
ellos está fumando, éste se pondrá al lado tuya para así recordarte que tú
también puedes disfrutar del placer adictivo de la nicotina. Su misión en
esta vida es joderte la tuya.
- Entes dispersos: Es un grupo muy reducido y poco común cuyos integrantes
pueden contarse con los dedos de una mano, aunque no por ello deja de ser
importante su estudio. Puede dividirse en otros dos grupos. El primero lo
forman aquellas personas que, aunque fumen, se comportarán ante ti como los
no fumadores: evitarán el uso del tabaco cuando estés presente y sólo
escucharás de ellos palabras de apoyo frente a tu desintoxicación. Estas
personas siempre mantienen un lazo de unión familiar y/o íntimo con la
persona que está intentando dejar de fumar -su padre, madre y, ocasional y
difícilmente, algún hermano-; por ello no actúan como el grupo de los
fumadores, lo que deja entrever que, si este lazo no existiese, se
comportarían como uno de ellos sin dudarlo. El segundo grupo incluye a los
fumadores que en el momento en el que comunicas tu deseo de dejar de fumar,
ellos deciden que también van a hacerlo, en muchos casos por un culo veo
culo quiero o, tal vez, por quitarte mérito.
De estos tres grupos que conforman el entorno se han conformado los pilares
básicos de mi método para abandonar el tabaco.
Los pilares del método y la madre que lo parió
Tras la experiencia que me ha dado la vida en este tipo de casos, después
del estudio exhaustivo que, como habrán podido comprobar, he realizado sobre
los con frecuencia fallidos métodos comunes para dejar de fumar y en vista
de cómo trata la humanidad a las pobres gentes cuyo deseo es dejar de
depender del tabaco, surgió el método.
Se basa en dos magníficos pilares fundamentales, que se describen a
continuación:
- Primer pilar: Para dejar de fumar no es necesario querer dejarlo. Aunque
esto pueda parecer una contradicción, es esencial acoplar el principio de la
contraposición como elemento común a todos los métodos que se utilizan
normalmente. El único aspecto común a todos estos métodos es que ponen como
condición que el fumador debe querer dejarlo; por ello, si todos fallan, se
concluye que el defecto podría estar en dicha condición. Así, un día se
piensa que para qué se va a dejar de fumar, con lo que gusta el tabaco y, de
repente, se abandona el hábito. De esta forma los mecanismos de defensa y
adicción no estarán atentos a justificar el dejar la dependencia.
- Segundo pilar: La discreción y el silencio serán recompensadas. Es éste el
pilar fundamental, a cuya explicación remito al lector en el párrafo
siguiente.
Normalmente, al intentar abandonar el tabaco, suele tomarse como referencia
a otros que lo han logrado, utilizando sus propios métodos. Como ya he dicho
en varias ocasiones, éste fue el mayor error que cometí. En ningún caso
deben seguirse los comportamientos practicados por otros ex fumadores. Así
que en lugar de ello y tras mucho pensarlo, me dediqué a estudiar cómo
actuaba un no fumador. Esto, que de primeras parece una tontería, se basa en
la premisa de que los no fumadores son precisamente las personas que tienen
la característica que estamos intentando conseguir: no fumar. Por tanto,
razoné, lo ideal es actuar como ellos.
Tras observarles durante un tiempo, obtuve las dos siguientes revelaciones:
Primero, un no fumador no se lleva todo el tiempo diciéndole a la gente que
no fuma, simplemente lleva este aspecto de su vida como algo natural;
segundo, un no fumador no tiene una forma de actuar "estímulo-respuesta", al
contrario que el fumador, que normalmente saca un cigarro cuando termina de
comer, baja del autobús o se toma una copa y, en general, actúa de la misma
manera ante estímulos prefijados por la normalidad.
Es contra estas dos características (repetir hasta la saciedad "lo estoy
dejando" y/o "quiero dejarlo", y mi esclavitud estímulo-respuesta) ante lo
que decidí luchar como persona que intenta dejar de fumar. ¿Cómo? Muy fácil:
nadie debía enterarse de que has dejado de fumar; simplemente un día te
levantas y no fumas y decides ser y actuar como una persona que no fuma. Es
muy importante que durante al menos la primera semana no se revele en ningún
momento las dos palabras mágicas: "No fumo". Totalmente prohibido. Si
alguien te pregunta por qué no fumas, huye sin mirar atrás, o de repente te
encontrarás rodeado por los tres arquetipos del entorno que mencioné en su
momento. Este es el punto más importante de todo el método y con el que yo
dejé de fumar. El otro es, por supuesto, actuar como un no fumador.
A pesar de todo y, como he dicho, este método me quitó la dependencia a mí,
pero es muy probable que no funcione en otras personas. No obstante, animo a
los fumadores a que lo lleven a cabo y que me comenten si gracias a él lo
han conseguido.
Mi experiencia con el método y la madre que me parió
Tras serme revelados los pasos que debía seguir, un domingo de noche me puse
manos a la obra. Me encontraba medio dormido cuando, sin haberlo planeado
con antelación, decidí que ése era el momento, que podríamos llamar Día
Cero, y dejé mi dependencia del tabaco.
Quiero constatar aquí que, efectivamente, he dejado la dependencia, pero
también he de confesar que, muy de cuando en cuando, me fumo uno. No
obstante, es importante clarificar que consumir un cigarro un sábado por la
noche no es lo mismo que cada dos horas te venzan las ganas de fumar, de
igual manera que tomar un par de cubatas el fin de semana no le hace a uno
un alcohólico.
Para dejar más claro este hecho, voy a exponer un ejemplo: Si una persona
dice que hace el amor una vez cada quince días, ni por asomo se nos ocurrirá
decir que es un follador (una palabra muy bonita y que no tenemos que poner
entre comillas); para poder lucir dicho apelativo hace falta practicar el
sexo con bastante más frecuencia. Lo mismo pasa con el tabaco: el que fuma
una vez cada dos semanas no es un fumador.
(NOTA: en la primera ocasión que expuse esta hipótesis, alguien me dijo que,
por esa regla de tres, una persona que asesina una vez cada dos semanas no
era un asesino. Me dejó sin palabras, pero da igual.)
Sigamos. Como ya indiqué en pasos previos, además de pillar por sorpresa a
mi decisión de dejar la nicotina, no se lo debía decir a nadie, y así hice:
mi novia, con la que convivo, no se enteró hasta tres días después del Día
Cero, mis compañeros de trabajo sospechaban, pero suponían que no fumaba por
cualquier otro motivo, y lo mismo mis amigos y familiares. Así, permanecí
guardando el secreto durante los primeros siete días.
¿Cuál fue el beneficio? Pues, como todo el mundo sabe, los primeros días son
los peores, y con esta estrategia pude pasar esos días con tranquilidad,
evitando el constante atosigamiento del entorno.
A la pregunta de cuántos días tienen que pasar para poder decirlo, la
respuesta es "hasta que no se haya dejado de fumar". Lo que lleva a otra
cuestión: ¿Cuándo se sabe que has dejado de fumar? Muy fácil. Se ha dejado
de fumar cuándo has dejado de contar o perdido la cuenta del número de días
que llevas sin fumar.
Volvamos a fijarnos en las personas que lo están dejando, que siempre andan
diciendo: "llevo cuatro días sin fumar" o "desde hace dos semanas no pruebo
el tabaco". Se comprueba que mientras se sigan haciendo estos comentarios,
existe un control físico involuntario de cada segundo por la ausencia de
nicotina; para no crear un círculo vicioso de dependencia-recuerdo, habrá
que continuar con la medicación de no decir palabra.
Calculando el intervalo de tiempo en el que no podemos empezar a hablar del
tabaco, que es directamente proporcional a la dependencia de cada uno, puede
obtenerse la siguiente fórmula orientativa:
Nº días = Nº de cigarros diarios + Nº de años fumando + Nº de personas en el
entorno
En mi caso, tardé un tiempo. Sin embargo, ahora no recuerdo cuántos días
fueron exactamente y de ahí puede extrapolarse que, efectivamente, he
abandonado la dependencia.
Conclusiones a todo esto
Muy bonito todo, sí, pero cada persona es un mundo. Por ello, para dejar de
fumar deberá hacer un estudio de su caso, si le merece la pena y si quiere
seguir tosiendo o el placer de un cigarro está por encima de todas las
cosas. Si realmente desea dejarlo, le recomiendo que haga hincapié en su
entorno, dificultades y experiencias previas para obtener su propio método.
Luego es muy divertido de escribir y contar.
A pesar de todo, quien quiera utilizar este artículo para su propio
beneficio siguiendo mis consejos, no hay problema. Pero que quede bien claro
que el autor no se hace responsable de los posibles efectos secundarios. De
momento, a mí solamente me han salido unos bultos en la cabeza y en
ocasiones veo muertos.
Mi perro me habla.
No obstante, no estoy seguro si todo esto es fruto de haber dejado el tabaco
o de los programas que emiten en televisión. Tendré que comprobarlo.
Para terminar, me han dicho los muchachos enrollados de lomascurioso.com que
invite a la gente a que cuente sus experiencias con el tabaco dejando un
comentario en este artículo o enviando otro. Todo lo referente al tabaco
puede ser importante para otros que lo están dejando. Si no fumas, pues
simplemente espero que se lo puedas comunicar a la gente dependiente. Te lo
dice un ex fumador. ;)
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Enviado por Torcuato.